

Evo Morales y el reto de sobrevivir a la debacle de la izquierda en Bolivia
El líder más influyente de Bolivia, excluido de los comicios y prófugo de la justica, Evo Morales enfrenta el desafío de sobrevivir políticamente al muy probable ascenso al poder de sus enconados adversarios de derecha.
Referente de la izquierda latinoamericana, el dirigente aimara de 65 años gobernó este país de 11,3 millones de habitantes en tres ocasiones entre 2006 y 2019.
En las elecciones generales de este domingo aspiraba a un cuarto mandato, pero un fallo judicial le cerró el paso al prohibir más de una reelección.
Mientras el país atraviesa una crisis económica, dos candidatos de derecha, el millonario Samuel Doria y el expresidente Jorge Quiroga (2001-2002), se perfilan en las encuestas para pasar a segunda vuelta.
Sin opciones de competir, sin candidatos que apadrinar y sin una bancada en el próximo parlamento, Morales ahora ve cómo el proyecto que creó y acaudilló por dos decádas está por derrumbarse.
Esta vez "Evo", como los bolivianos llaman a su primer presidente indígena, hace campaña por el voto nulo desde el Chapare, una región cocalera donde tiene su bastión más fiel.
"Nosotros no vamos a dar legitimidad a esa elección amañada", dice en una entrevista con la AFP. Atrincherado con una guardia campesina, se protege de una orden de captura por un caso de trata de una menor, que él niega.
Hoy está contra los cuerdas. Los candidatos favoritos prometen arrestarlo. Él asegura que no "escapará" a Cuba u a otro país aliado.
"Está enfermo de poder", critica Vania Salinas, una funcionaria municipal de La Paz de 42 años. "Ya tuvo su tiempo, ya no tiene que estar acá", agrega.
Su guerra durante meses por el control del Movimiento al Socialismo (MAS) con el presidente Luis Arce, cuya elección impulsó en 2020, le dejó más daños que victorias.
En febrero tuvo que renunciar al partido que lideró por 27 años.
- "Un culto peligroso" -
Doria Medina y Quiroga prometen cambios radicales al modelo económico de corte estatista que impulsaron Morales y Arce, ante la aguda crisis económica por la falta de dólares, que el gobierno agotó para sostener una onerosa política de subsidios a los combustibles.
Morales asegura que con sus partidarios dará la batalla "en las calles y en los caminos".
Fue su estrategia con Arce: bloqueos de carreteras que agudizaron la crisis económica y avivaron el descontento popular.
Santiago Siles, un trabajador parlamentario, reconoce que Morales logró equilibrar "la balanza social". Y eso es "lo triste, porque al pasar los años fue abusando de esa figura que tenía", añade.
Durante su gestión, redujo la pobreza de 60% a 37% y triplicó la producción interna. Aunque fue muy popular por sus logros, también cosechó rechazo al no respetar un referendo en 2016 que le prohibía participar en las elecciones de 2019.
Las ganó en medio de acusaciones de fraude y tuvo que exiliarse por un año en México y Argentina ante el estallido de una crisis social.
Evo Morales ostentó un liderazgo muy significativo, "pero lastimosamente no tuvo la mirada estratégica del repliegue en el momento oportuno", dice el sociólogo Juan Carlos Núñez, del centro de investigación Fundación Jubileo.
Y aunque Morales "está manchando su legado por querer regresar siempre" al poder, aún goza de una lealtad ciega en algunos sectores, explica el internacionalista Pablo Calderón, profesor de la Northeastern University de Londres.
"Es una figura tan grande en Bolivia, en Latinoamérica (...), que siempre va a tener sus seguidores, que le son fieles sin importar lo que pase. Y eso siempre es peligroso, es un culto a la personalidad", dice.
A.Serra--GdR